A continuación Charo y Jesús nos hicieron conscientes de que no todo en nuestra vida transmite el buen olor de Cristo. Nos guiaron a través de sensaciones
Por la tarde saboreamos el corazón ardiente de Cristo, a través de la Eucaristía que celebró el p. Eduardo. Vestidos de rojo, hicimos solemnemente y rodeados de los gritos de los niños la consagración de nuestras vidas y familias al corazón de Cristo.
Algo desconcertados al principio por el peso del calor, pues vivimos la jornada al aire libre, Luci y Vicente nos permitieron descubrir los sabores y frutos que espera el Señor de nuestro corazón repartido a imagen del de Cristo, que se parte y reparte para darnos vida en abundancia.
Seguidamente Paula y José nos permitieron primero con muchas risas pero después con gran seriedad, hacernos conscientes de la importancia de bendecirnos en la familia, de desechar la queja, la crítica y comenzar a sentir y hablar lo positivo. Con muchas citas se nos fue confrontando para que nuestras palabras fueran convertidas por la fuerza de la Palabra de Cristo. En ese momento el viento y los relámpagos acompañaron en dinámica divina la cantidad de rayos y truenos que en ocasiones nuestra boca profiere en lo íntimo de la familia hacia nuestro cónyuge o hacia nuestros hijos. Terminamos orando en pareja, y proclamando sobre el otro bendición y aprobación.
Un encuentro en fín en el que hemos podido escuchar el latido del corazón de Cristo, oler el perfume de la unción que sana nuestras heridas, palpar nuestro corazón endurecido y romper sus defesas con la Palabra del Señor, saborear los frutos que podemos dar si tenemos un corazón unido al suyo en la Eucaristía y escuchar y pronuciar palabras de bendición. El sentido de la vista y el transplante de corazón no pudo llevarse a cabo como estaba previsto, nos emplazamos para el 21 en el Cerro con el Cardenal de Madrid y todos los obispos que acudirán al evento.
Lo que esconde el corazón; el corazón endurecido; la entrega del corazón; de lo que abunda el corazón habla la boca y las llaves para cambiarlo: María, la Palabra, la Eucaristía, el corazón de Cristo, El Espíritu Santo, han sido los p
Hemos disfrutado, aunque hemos de decir que seguimos con la misión pendiente de atraer a familias nuevas al corazón de Cristo, para que se empapen de su inmenso amor y de las sorpresas que tiene preparadas para ellos.
En la comunión una visión nos exhortaba a extender las velas de nuestro barco, plegadas desde hacía tiempo porque no había viento, por la calma chicha que hemos sufrido. Ante este tiempo de paralización, muchos barcos estaban colocados en diversas direcciones y anclados en sus posiciones. Pero el viento del Espíritu está empezando a soplar con fuerza, por tanto se nos exhorta a desplegar velas, a ponernos de acuerdo para seguir la dirección adecuada, a superar el desconcierto de mucho tiempo con poco avance y a correr con otros barcos que desde fueran están confluyendo con nosotros y traen ya el viento fresco del amor de Dios.
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